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Mamá Angélica: El coraje de una madre y su lucha por la memoria

Angélica Mendoza de Ascarza

En las décadas de 1980 y 1990, el Perú atravesó uno de los periodos más oscuros de su historia. Un sangriento conflicto entre el grupo terrorista Sendero Luminoso y las fuerzas armadas peruanas sumió al país en una espiral de violencia y miedo Sendero Luminoso y el Fuerzas Armadas del Perú sumió al país en una espiral de violencia y terror cuyas consecuencias aún se sienten hoy.

En Ayacuchoregión andina en el corazón del conflicto, la población vivía entre dos fuegos. Cualquier residente podría ser sospechoso de colusión, ya sea de un lado o del otro. Los guerrilleros de Sendero Luminoso impusieron su autoridad en los pueblos, amenazando y castigando a quienes se negaban a cooperar. Por el contrario, el ejército veía a cualquier habitante rural como un cómplice potencial del terrorismo.

Resultado : El simple hecho de vivir en un pueblo remoto, o incluso hablar quechua, era suficiente para despertar sospechas. De ambos bandos se produjeron brutales represalias. Sendero Luminoso asesinó a quienes consideró "traidores a la causa", mientras que el ejército llevó a cabo arrestos arbitrarios, a menudo seguidos de detenciones secretas, torturas y a menudo ejecuciones colectivas.  

Este terror diario ha dejado miles de desaparecidos, destrozado innumerables familias y silenciado comunidades enteras. Según la Comisión de la Verdad y la Reconciliación, más de 69.000 personas perdieron la vida o desaparecieron, la mayoría de ellas procedentes de zonas rurales, indígenas y pobres.

En medio de esta tragedia, una mujer decidió no permanecer en silencio: Angélica Mendoza de Ascarza, apodado Mamá Angélica. En 1983, su hijo Arquímides fue secuestrado por los militares. Ante la injusticia y el silencio, transforma su dolor en lucha. Con otras madres fundó laANFASEP – Asociación Nacional de Familiares de Secuestrados, Detenidos y Desaparecidos del Perú.

Durante años, Mamá Angélica caminó por las calles, bases militares y juzgados, exigiendo justicia con dignidad. Sin miedo, sin odio, con una fuerza que nace del amor de una madre. Se ha convertido en el rostro de la memoria, una figura de resistencia pacífica y coraje moral.

Hoy en día, su legado sigue vivo a través de la Museo de la Memoria ANFASEP en Ayacucho, un lugar profundamente humano, creado por las propias familias, para honrar a los difuntos y contar su historia. En Lima, la Lugar de Memoria, Tolerancia e Inclusión Social (LUM) También ofrece un recorrido conmovedor y necesario por este período.

En un mundo donde olvidar a veces es más cómodo, Mamá Angélica nos recuerda que recordar es un acto de justicia. Y que la voz de una madre pueda sacudir el silencio.

Fuentes y referencias

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